La inteligencia NO es un método II: La paradoja torpe de convertir la inteligencia colectiva en estupidez corporativa.

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La obviedad es sin duda un estudio profundo que atestigua la ceguera de aquello que está frente a nuestros ojos para ser percibido. Lo obvio representa a mi juicio, lo más significativo a ser descubierto. Las personas con mayor nivel de creatividad e innovación, siempre han hecho de la obviedad un instrumento para el desarrollo y el avance.

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    La obviedad es sin duda un estudio profundo que atestigua la ceguera de aquello que está frente a nuestros ojos para ser percibido. Lo obvio representa a mi juicio, lo más significativo a ser descubierto. Las personas con mayor nivel de creatividad e innovación, siempre han hecho de la obviedad un instrumento para el desarrollo y el avance.

    Si he aprendido alguna ley universal en la gestión de empresas, podría resumirla en que todo es diferente de lo ideal. La utopía de la gestión correcta y eficiente se reduce a la imposibilidad de prever las cuantificables variables y también a la imprevisibilidad de la conducta humana. Lo obvio en las organizaciones se presenta de una manera muy extraña, pero que tampoco sorprende demasiado, pues todo saber estipulado y probado se lo considera obvio. ¡Que genial estupidez! Toda lógica establecida es obvia, quitándole de esta manera a la obviedad su carácter de descubrimiento que es su esencia y principio.

    Entender la obviedad como aquella maravilla que está allí, a nuestro alcance y que nuestro saber empuja, haciéndonos miopes para no reconocerla, es una forma de entender y permanecer en parte del mundo que ya ha sido descubierto. Todos queremos ser Cristóbal, pero apellidarnos Colón… no, gracias.

    En los saberes establecidos no hay lugar para la obviedad, quizás, porque la obviedad es vista como extranjeros que vienen a cumplir su sueño opacando el mío. No los queremos y pensamos que no los necesitamos. Así que cuando la obviedad es observada, hace temblar el ministerio del pasado que rige las reglas del hoy, en un presente dominado y un futuro de contrasentidos deseos de cambios estables. La obviedad no es solo un juego de descubrimiento o de curiosidad, es un juego que raras veces te deja seguir proyectando el pasado, el hoy.

    Este libro, junto a La inteligencia no es un método I, constará de una serie total de cinco, donde la obviedad es el eje central de ellos. La obviedad me atrae, debido a que tiene cosas en común con la estupidez que me gustaría resaltar. Descubrir las obviedades es la prueba de que estamos en la estupidez.

    Veamos que nos enseña este par:

    .- Comprender que muchas veces gestionamos bien, lo que hacemos mal.
    .- Para evitar sentirnos estúpidos, nos engañamos con el placer de nuestro saber, aunque el hecho de engañarnos conscientemente, nos haga sentir estúpidos frente a la obviedad.
    .- Darnos cuenta que el saber puede causar costos y pérdidas de los que no somos conscientes y que la obviedad, descansa en hacernos conscientes de ello.
    .- Subestimar la obviedad es potenciar la estupidez. Amar el saber es descalificar el poder de la obviedad, es decir, la curiosidad, la alternativa, la muralla que obstaculiza la visión.
    .- a estupidez es muy peligrosa porque despierta la fuerza tremenda de las resistencias que conservan lo conquistado. La obviedad es peligrosa porque comprende las fuerzas tremendas de las resistencias que querrán conservar lo conquistado.

    Les deseo que la obviedad nos acompañe, para descubrir momento a momento, la estupidez infinita. ¡Seamos obvios para descubrir nuestra propia estupidez!

    Con todo aprecio,
    Walter

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